Manifiesto

La AMAZONIA es vida. En estado puro, primigenio. Un lujo y un milagro en este planeta tan amenazado.  Su existencia es necesaria para el planeta. ¡Y están acabando con ella! 

En el mes de agosto de 2019 saltó la alarma: la selva amazónica brasileña estaba siendo arrasada por los incendios. Pero no solo en Brasil, también en Bolivia y Paraguay. Hacía diez años que no se registraba un número tan elevado de incendios. Y, al mismo tiempo, también hacía diez años que no se registraba un ritmo tan intenso de tala de árboles.

El gobierno brasileño de Jair Bolsonaro tiene una responsabilidad directa en esta situación, porque ha favorecido, con sus declaraciones públicas,  la creación de un clima de impunidad que ha hecho que aumente la actividad ilegal de madereros, buscadores de oro, petroleras, ganaderos y cultivadores de soja, que expolian sin piedad el lugar con mayor biodiversidad del planeta.

 

Todos estos individuos son los causantes de numerosas agresiones, incluso de asesinatos, de activistas medioambientales y, particularmente, de líderes indígenas. Las selvas tropicales han estado habitadas por el ser humano durante milenios, esos guardianes de la Floresta que han sabido vivir con su entorno de una manera equilibrada, sin menoscabar su biodiversidad. Estos pueblos indígenas atesoran una sabiduría acerca de plantas y animales, de la tierra y el cosmos, y de la interdependencia que existe entre todo y todos, que solo muy recientemente estamos empezando a comprender.

Pero además, la selva amazónica alberga la cuarta parte del agua dulce del planeta. La salud del aire que respiramos depende en gran medida de la inmensa fotosíntesis que allí se produce. Muchas de las medicinas que compramos en las farmacias contienen elementos descubiertos en las miles de especies vegetales que allí conviven. Y muchos más secretos que aún están por descubrir…

Por todo esto nos movilizamos. En la era del cambio climático no podemos permanecer indiferentes ante esa destrucción, que viene de antes, pero que ahora ha tomado ritmos alarmantes, alentada por la complicidad y la irresponsabilidad criminal, sobre todo, del actual gobierno brasileño.

Hoy, la preocupación por la cuenca amazónica es mundial, y mundial es la responsabilidad de los gobiernos de los países que tienen soberanía sobre el territorio. Por su parte, la sociedad civil de todo el planeta tiene también la responsabilidad de concienciarse y no contribuir a la depredación de los recursos, consumiendo madera o productos obtenidos mediante la destrucción de la naturaleza.

Por eso estamos hoy aquí. Estamos intentando crear esa conciencia, para que se extienda como un rizoma, y esta conciencia se vaya extendiendo indefinidamente hasta cubrir todo el planeta. Por eso todas y todos somos esenciales en el intento que os proponemos hoy: llevar la amazonia en el corazón, para llevar la vida a la Tierra.